domingo, 29 de mayo de 2016

La poesía alcanza para todos - Cuarenta y dos versos de sutura

Iniciada la colaboración con el espacio La poesía alcanza para todos sólo puedo agradecer la atención y las sugerencias recibidas. El poema es "Cuarenta y dos versos de sutura" y cuenta con su propio espacio.


Poetas Hispanos - Tras el andén escaleno

Un placer haber contado con la difusión de @PoetasHispanos para el poema "Tras el andén escaleno". Aquí están las capturas de pantalla.

sábado, 28 de mayo de 2016

Equidistancia





L
os niños marcharon hace mucho tiempo.
Los columpios esperan junto a las paredes blancas
de una iglesia que sólo oficia funerales.
El banco de madera resiste entre vivos y muertos
con la mirada perdida en los trigales.

martes, 24 de mayo de 2016

Tobogán






¡Derribad esos muros!
Tejas, vigas y piedras de casas huecas.
Estas nubes han venido a jugar.

Reciclaje




Tíralo al suelo, no más allá.
La felicidad es astilla convertida en yesca
prendida llama
hecha brasa,
hogaril vivo en este mes de agosto.

lunes, 16 de mayo de 2016

Anónimos 2.3



Ya hace casi un año, pero no había hecho mención a la publicación en la edición 2.3 de Anónimos en Cosmopoética 2015.

Dado que la imagen no se reproduce en la selección impresa, dejo aquí el tweet completo con su correspondiente fotografía.


viernes, 13 de mayo de 2016

El incierto manto del albor

Este sudor frío bajo la almohada determina
con elevado margen de error, 
la naturaleza onírica de los acontecimientos.













Algunas noches comienzan abiertas, 
con una luz crepuscular enroscada en las cortinas
y un templado silencio
en el primer verso de un haiku inexistente;
luego se cierran como bocas salvajes
y se sumen en las sombras de una copa
brindando por el alba distante.
Algunas noches no existe soledad,
algunas madrugadas reviven hermanos imberbes
padrastros de cristal y sótanos de estudio,
y allí juegan mis niños entre roble y grana
a un escondite borroso que comparto
- quizás compartimos todos -
con el bastón, el miedo y la botella.
Pero algunos juegos se complican y
con un repentino giro del guión, explotan
cuando un pájaro azul engulle seguidores cual alpiste
- no existe discriminación -
y su vuelo se confunde con una onda cobriza.
Sobre nosotros el ave se torna fuselaje, plumas
ferrosas que caen grávidas, sin muerte
como un regalo del diecinueve de marzo
para ese padre huidizo que debía ser cadáver.
Continúa la ondulación caoba sobre aquella silueta
ausente - gelatinosa mancha de paternidad -
nacida en un rostro de mujer de mirada perdida que
describe amputados círculos de cabello lacio
con su cabeza, literalmente
clavada en la hélice humeante del motor.

De pronto estoy desnudo en mi rincón del baño,
donde el vaho se condensa en las paredes
y habita ese aliento cálido que me abraza en el invierno.
Pero la tregua es fugaz cada mañana.
Rendido ante el armario blanco abro sus puertas
e inspiro
una fragancia atroz de droguería que es
- tal vez sepamos a qué huele el destajo -
el aroma de la infamia hecha costumbre.
Este mueble escupe verdades a modo de perfume,
certezas efímeras, incómodas, feroces
de esas que se convierten en escalofrío
con el enfermizo pasar de los minutos cotidianos.
Y así demuestra - empíricamente - que no existe ensueño
capaz de superar la devastación psicosomática
- o transitoria podredumbre -
engendrada como larva silente 
por la realidad estulta de nuestro ajeno despertar.

viernes, 6 de mayo de 2016

Cuarenta y dos versos de sutura

Esta realidad es un páramo con briznas.
Ahí están los túmulos de hojas secas
recostándose tristemente bajo el ailanto,
y las pequeñas montañas de carne desmembrada.
Los tardíos rayos de sol se pierden sobre dedos inertes,
se va la luz de esas manos que aún sostienen llanto
o ese salado líquido que pretende ser rocío.
Al alzar la vista puedo reinterpretar el cuento,
olvidar las migas de pan y seguir otra estela, otros restos,
un camino de piezas humanas que se alejan,
huyen
- no puede ser de otra manera si dan la espalda -
de esa ciudad con una torre lánguida nacida del agua
cuyo interior recuerdo como una ilusión de Escher.


De lejos, atrás en el tiempo, llega otro nombre,
una obra grabada en blanco y negro: “Los desastres de la guerra”
pero no es aquí,
aquí no hay sangre, no están ni Palafox ni los franceses,
no hay enemigo siquiera en el espejo.
Aquí, en esta tierra yerma, se descosen soldaditos troquelados,
figuritas de papel tatuadas con línea de puntos
aunque sospecho, con exacta presunción,
que las figuras, o soldados, apenas son un frágil símil de persona.
Es el albor la tijera de este guiñapo desmontable,
el asimétrico filo que hiere ajeno a voluntad
y engendra un dolor silente en el pecho cotidiano
como germen, o desecho, de una íntima pulsión
rasgada, atónita, desorientada.
Y van cayendo miembros con halo de llovizna,
pies exhaustos de arrastrarse sucios en parqué
corazones devastados por amor, muerte, ausencia o ira
cabezas extenuadas, vientres magullados o indigestos
- imposible determinar lo que traga cada uno -
bocas obedientes, mudas, hambrientas o lascivas, sin pausa
hasta el oscuro manto del anochecer.
Entonces, la bendición del silencio se deshace en sutura,
remienda los jirones de esta tropa desgarrada, rota
y teje sus sueños efímeros alejados del sol, aunque
la sombra de una vida tenue aguarda al nacer el día.


Cada mañana, desde un veintiocho de junio,
las cicatrices del hombre recortable se dibujan en mis labios.






Poema finalista en el X Premio de Poesía Guadalmesí.

Cuadernillo completo "Sombra" con el poema ganador y finalistas.