sábado, 23 de noviembre de 2013

Paralelepípedo

Una arista sapientísima amaba
tan jubilosa el verso rebuscado,
la luz y el sinsentido publicado
que una loa al diccionario recitaba.

Un éxito poliédrico anhelaba
y, sin embargo, mudo lo rimado
aterido el lector desorientado
que el calor del poema reclamaba.

Triunfar así, grandioso desatino,
más que un artista era un bosquejo,
era un borrón tintado y paladino.

Descrito queda al fin este reflejo,
personaje fugaz y cristalino
si soy yo quien se mira en el espejo.