sábado, 14 de diciembre de 2013

Atleta

La mujer de Pedro Basalto observa melancólica el sillón de su marido. La almohadilla eléctrica que calienta su lumbalgia está desconectada. El vaso del desayuno reposa vacío sobre la mesita auxiliar y la televisión está encendida porque no puede agacharse hasta el interruptor. Es Domingo y tomarán el aperitivo en una terraza cercana, la que elija su esposo en función del dolor cervical.

Cuando baja al jardín, sus coléricos ojos no pueden dar crédito. Unos gatos callejeros saltan maullando por encima de los parterres, mientras Pedro Basalto corre tras ellos braceando con la agilidad de un jovencito de primaria.

2 comentarios:

  1. Escenad cotidianas bien narradas y con mensajes entrelíneas. Buen relato. Un saludo.

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    1. Muchas gracias por el comentario. Es agradable conocer las opiniones, y más cuando son positivas. Un saludo.

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