viernes, 25 de octubre de 2013

Aleteo



Las salpicaduras apenas levantan por encima de la espuma blanca sobre la arena. Los últimos rayos de sol se reflejan sobre pequeñas escamas plateadas que colean ansiosamente enroscándose en la orilla. El aire conquista las agallas y unos ojos agonizantes buscan la salada caricia del mar.

Caminamos con los pies descalzos entre conchas y algas. El atardecer dibuja sombras y matices en cada ola que llega a descansar sobre la playa. Cuando distingue un pececito varado por la corriente, María se aleja de mi lado y corre junto a él. Con delicadeza, lo devuelve al lecho marino.

Al regresar, me ofrece sus manos todavía húmedas, y me abraza. El aleteo del corazón me hace sentir un pez en el océano.

1 comentario:

  1. Hola, Suma. Como ya te dije en Mares de Peces, tus relatos me hacen ponerme en pie para aplaudir... No puedo decir más.
    Un abrazo.

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