sábado, 22 de junio de 2013

Eulalia



Hoy rescato el primer relato que publiqué, hace ya más de diez años. Se titula Eulalia y vió la luz en el libro "Quinientas gotas de agua", en el que quinientos escritores aragoneses dieron su particular interpretación del agua.



Doña Eulalia nació antes de la guerra civil. Lo sé porque me contó que un novio suyo, o pretendiente, no lo recuerdo con exactitud, murió en el frente. Tuvo que ser una mujer excepcional en su juventud, atractiva y emprendedora. Atractiva, porque no fue ése el único hombre que suspiró por ella. A veces, entre orgullosa y melancólica, ha evocado aquel muchacho que le pidió un rizo de sus cabellos para llevarlo siempre consigo, o ha tarareado la canción de versos enamorados y melodía suave que le compuso aquel músico que la pretendía. Emprendedora, porque fue una de las pocas mujeres universitarias de aquella época, aunque nunca me ha confesado que cursó.

Habla con seguridad y lucidez, cuidando la expresión. No tiene prisa por decir las cosas, incluso algunas se las calla, como la edad. La vida y el estudio han dejado un poso de sabiduría en sus palabras, una prestancia que denota erudición. Las veces que se ha sentado enfrente la he escuchado absorto y admirado, envidiando sanamente su carisma. En ocasiones tengo la impresión de que puede enseñar tanto que jamás dejaría de aprender con su discurso. Qué suerte han tenido sus hijos y sus nietos si han sabido interpretarlo.

Hoy ha venido a dejarme las llaves de su casa. Se va de vacaciones y quiere que de vez en cuando de una vuelta y recoja el correo. Es un honor ser digno de su confianza. No puedo negar que me siento halagado. La he invitado a sentarse. De nuevo su conversación es inteligente y ágil, de nuevo sus palabras me abstraen de lo cotidiano y revelan un conocimiento inusual de la realidad. La sabiduría toma forma en su lenguaje, revestida de pausas y silencios. Me mira fijamente, mientras espero con impaciencia que continúe dialogando.

- ¿Puedes traerme un vaso con agua?- pregunta sin rodeos.

- Sí, claro. No faltaba más.

- Es que debo tomarme una pastilla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario