No es un diario y sin embargo,
la memoria tatúa los renglones de esta agenda.
Las tipografías migratorias se atropellan casualmente
ociosas en el tedio,
en este tiempo recobrado entre quincenas
renacido,
rumiando insípidas ideas estivales
eructadas cada temporada hasta el hartazgo.
La lágrima incesante no termina de nacer
y su reflejo,
observado con la atención de la indolencia
dibuja las mismas penas, inquietudes o ambiciones.
Aburre
y he aquí la clave para castrar el verso.
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